No importa si eres rico o pobre, alto o bajo, hombre o mujer, joven o viejo. No importa de dónde vienes, cómo te ganas la vida, qué lengua hablas o qué tragedias has tenido que soportar.
Donde quieras que estés, quien quiera que seas, quieres ser feliz. Es un deseo humano tan básico como el impulso de la respiración.
La felicidad es esa gloriosa sensación en la que todo parece correcto, cuando los tiras y aflojas y los bordes irregulares parecen ajustarse a la perfección. En esos destellos de genuina felicidad, a veces muy breves todo pensamiento es agradable y no te importaría que el mundo se detuviera y el instante presente durara para siempre.
En última instancia, lo que hacemos en la vida es un intento por encontrar esta sensación y hacerla durar. Algunas personas las buscan en el amor; otras, en la riqueza o la fama; y otras, en algún tipo de autorrealización. Sin embargo, todos conocemos a personas que son profundamente amadas, logran grandes cosas, recorren el mundo, adquieren todos los juguetes que el dinero puede comprar, disfrutan de todos los lujos y, sin embargo siguen anhelando el elusivo objetivo de satisfacción, la alegría y la paz, también conocido como felicidad.
¿Por qué algo tan sencillo es tan difícil de encontrar?
Lo cierto es que no lo es. Ocurre que la buscamos en los lugares equivocados. Pensamos en ella como un destino que hemos de alcanzar, cuando en realidad es donde todos hemos empezado.
BIBLIOGRAFIA:
Libro: El algoritmo de la felicidad
Autor: Mo Gawdat
Página: 25